El contraste de dos músicos en avenida
En el escenario de la avenida Hidalgo en Ciudad Valles se desplegaba un curioso contraste entre dos artistas urbanos; a unos metros de la intersección con la calle Madero, los acordes de un acordeón resonaban, interpretados por un hombre de mediana edad con aspecto paupérrimo. Frente a él, en una acera opuesta, un joven se robaba la atención de los transeúntes con una guitarra eléctrica conectada a una bocina.
La tarde nublada de enero agitaba la prisa de los peatones que se desplazaban por la transitada avenida. Mientras caminaban presurosos, algunos dejaban caer unas monedas en el canasto del acordeonista, quien no cesaba de interpretar la música norteña "El Chubasco". de la agrupación Carlos y José.
Algunos peatones, molestos, incluso cruzaban de acera para evitar el incómodo gesto del acordeonista extendiendo la mano con su canasto, optando por no contribuir en nada. Sin embargo, una niña de pelo largo y negro solicitó monedas a su madre para depositarlas en el canasto. A regañadientes, la mujer accedió y la pequeña, llena de alegría, regresó sobre sus pasos para contribuir.
La dinámica era diferente al otro lado de la calle, donde el músico ataviado con un modesto conjunto de pantalón de mezclilla azul y playera color negro, interpretaba "Él no lo mató", del grupo de rock El Haragán y Compañía. En el suelo, la funda de la guitarra iba acumulando las generosas contribuciones de los transeúntes, que se mostraban extasiados con cada interpretación.
Así, dos músicos compartían la avenida Hidalgo en esa tarde nublada de enero, cada uno experimentando una respuesta diferente: el acordeonista, enfrentando la indiferencia, y el guitarrista, encontrando la aceptación en las generosas dádivas de quienes apreciaban su arte.